Los
Pavos
La Tía Chuspe había criao sus pavos y quería venderlos a
un buen precio en Ascope que está a treinta leguas en el valle Chicama. Como
eran artos, el Tío se puso a pensar como los iba a llevar sin padecer mucho. Un
día dijo: ¡Yastá!, y al otro día salió de madrugada en su macho moro diciéndole
a la Tía Chuspe que los deje de hambre dos días y al otro día temprano los
arree a la fila del cerro Nondóndiónde
se divisa el valle. Cuando llegó el día, la tía columbró desde Nondón un
humito por Sauzal y a lo lejos se oyó al Tío Lino llamando a los pavos:
Tuuuc…tuuuc… tuuuc, igualito como cuando les votaba grano en el patio de la
casa. Los pavos se quedaron oyéndolo, golgolearon, y entón la Tía Chuspe los
arreó al precipicio; ahí nomá agarraron vuelo en parvada y su sombra corría por
el campo como de nube. Cuando pasaron por Cascas los casquinos salieron de sus
casas y se espantaron con la sombra y el ruido; desde ese día se quedaron
pálidos hasta hoy.
Mientras tanto el Tío llame y llame, hasta que llegaron
los pavos, se asentaron, comieron su maíz que les había regao y después los
arreó como chivos hasta Ascope que ya estaba cerca.
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Golgolear: Onomatopeya lugareña que dice del grito del
pavo.
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