martes, 22 de octubre de 2013

Cuaderno de Almanaquero

Goyito
Goyito- como lo llamaban a Gregorio- miro emocionado las gigantescas líneas de Nazca. Midió con los instrumentos más exactos las distancias y ángulos de las extraordinarias figuras.
El Colibrí, El Mono, El Pez, eran las que más le conmovían y hacían de su corazón un tambor o una catarata. 


Cuaderno de Almanaquero

A su servicio
Camino de la cocina al dormitorio pensó rápidamente: esperarla con un ramo de rosas rojas.
-       Un aniversario más es importante –dijo en alta voz.
Ella llegó y Heliodoro le ofreció las rosas.
-       Son para ti, mi amor. Por nuestro quinto aniversario- le dijo.

lunes, 21 de octubre de 2013

Cuaderno de Almanaquero

El Valor de n

Me parece ver a Anastacio: de pie, sereno y hermoso, haciéndose esperar para que nos diga el número total de àrboles de la tierra.
         - La fórmula que nos da el número exacto de árboles terrestres es E = (7777777 + 1)
(7777777 + 1)
Lo escuchamos con gran atención.
         - E es el número total de árboles...

Cuaderno de Almanaquero

 Danza de Shakira


En verdad nunca pensé que un día me considerara. Me trajo desde Colombia en un avión inmenso junto a sus padres.
A veces, luego de mirar la luna llena, se quedaba mirándome durante largos minutos y me acariciaba.
Después de algunos años de pensarlo bien, se presenta al mundo entero metida dentro de una jaula de oro. Allí danza como loba hasta que llega su novio quien, puñal en mano, busca en vano al lobo macho que no hallará en la jaula donde vivo invisible y satisfecho.    

William Guillén Padilla



miércoles, 2 de octubre de 2013

Cuaderno de Almanequero

La Manzana (7 a)  Epifanio
Manzana: Espacio urbano; edificado o destinado a la edificación, generalmente cuadrangular, delimitado por calles por todos sus lados (Diccionario de la Lengua Española)
(Escrito en la misma tarde en la que me vi por el Jr. El Comercio, como un viento atrapado en un árbol de hojas de plata) 

Primera Esquina
El niño que cruza la calle y prosigue de prisa me lleva unos metros de distancia, no más de veinte. Luce un gorro negro, casaca azul, pantalón blue jeans y zapatos negros que brillan como coraza de escarabajo. Tiene mi caminar. Es mi hijo, por su andar apurado lo he reconocido.
Juega con sus dedos como si quisiera atrapar el aire. Se detiene porque ha encontrado a  su madre. Se abrazan como si no se hubieran visto muchos años. Se besan. Nadie irrumpe en su alegría y juegan felices mientras caminan.
Ella se aleja y deja al pequeño niño con sus juguetes imaginarios y sus miles de amigos que no caben en la calle.
El continúa, pues el reloj a marcado la doce en punto del mediodía y dobla la esquina.
Yo le sigo porque me he vestido de viento y todo lo puedo.